domingo, 19 de mayo de 2013

¿Venezuela o Suecia?

Un doloroso problema de imagen. Es lo primero que siempre se me viene a la cabeza tras escuchar, con cierta frecuencia, cómo en el resto de España (no sólo en Cataluña) se tacha a los andaluces de pobres, vagos y analfabetos. No importa que esos adjetivos no se correspondan con la realidad. Y seguramente muchos de los que piensan de esa forma lo seguirán haciendo durante toda su vida, se haga lo que se haga. Pero me pregunto si desde Andalucía se puede hacer algo para mejorar esa imagen. No parecen ayudar anuncios como el del vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, informando sobre la celebración de un “gran encuentro” entre Andalucía y los países integrantes del ALBA (Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, entre otros, con Iran y Siria como observadores) para “abrir una cooperación directa, no sólo económica sino también política”.
Desde una óptica progresista, nuestros gobernantes se tienen que preguntar si quieren que Andalucía se parezca a Venezuela -donde la renta per capita es de 13.000 euros a pesar del abundante petróleo del que dispone y donde la escasez de alimentos es crónica- o a Suecia -donde la renta per capita es de 42.000 euros y donde los sucesivos gobiernos socialdemócratas han creado un Estado de bienestar que ha posibilitado que su país sea uno de los que tiene el índice de desarrollo humano más alto (indicador que mide la esperanza de vida, la educación y el nivel de vida).
Seguro que el PSOE andaluz tiene muy clara su elección. Y hasta ahora, Griñán ha sido generoso con Izquierda Unida, atendiendo a su peso parlamentario, concediéndole un papel muy relevante no sólo en el organigrama de gobierno de la Junta sino también en el diseño de las políticas realizadas por el Gobierno andaluz. Y es justo decir que algunas de esas políticas impulsadas por la coalición que lidera Diego Valderas, como la expropiación del uso temporal de la vivienda a las entidades bancarias, son justamente lo que muchos ciudadanos -andaluces y del resto de España- están pidiendo a sus gobernantes. Pero no menos cierto es que algunas actitudes de Izquierda Unida, como la alianza política con determinados gobiernos, perjudican la imagen de Andalucía. Como no puede ser de otra manera, es digno de elogio el apoyo económico por parte de la Junta de Andalucía a los ciudadanos cubanos o venezolanos.El rasgo que diferencia a la izquierda de la derecha es la solidaridad con los ciudadanos que más recursos económicos necesitan. Pero otra cosa es compartir con los gobiernos de esos países “elementos de carácter político”, como dice Valderas. La izquierda y el progreso están en Suecia, no en Venezuela.

domingo, 12 de mayo de 2013

Disparen a Andalucía

Está de moda. Si tienen algún problema, olvídense del Equipo A. Échenle la culpa a Andalucía. El último en hacerlo ha sido el presidente extremeño, José Antonio Monago, quien ante el enésimo ataque de los nacionalistas catalanes (sí, esos que se gastan el dinero de los contribuyentes en embajadas, en seis cadenas autonómicas de televisión y en repartirse las comisiones de las ITV en vez de en construir hospitales) ha echado balones fuera indicando que son sus hermanos del sur los que gastan más dinero del que reciben. ¿El escenario? Lo han adivinado: Barcelona. Un ejemplo más de la degradación política que se vive en nuestro país y la falta de valores de nuestra clase política.
Monago cree haber hecho bien sus cálculos. Quiere que Extremadura ofrezca una imagen de tierra competitiva y con solvencia económica. Quiere que la percepción que todavía existe en partes de nuestro país sobre las regiones del sur cambie. Al menos en lo que se refiere a Extremadura. Y hay que reconocerlo: su gobierno ha hecho sus deberes económicos. Ha cumplido con los objetivos de déficit. Pero no debe olvidar que el mismo gobierno nacionalista catalán que culpa a Extremadura de sus males -del mismo modo que los xenófobos de la Liga Norte gritan 'Roma ladrona'- es el que ha incumplido esos objetivos de déficit. Ni  tampoco que Extremadura no es limítrofe con Cataluña sino con Andalucía. Ni que buena parte de las empresas extremeñas operan en Andalucía, no en Cataluña. Ni que quien quiere limitar la solidaridad interterritorial (por cierto, tan necesaria para algunas regiones como Extremadura) son los nacionalistas catalanes, no los andaluces.
Un último apunte. Es difícil de entender cuál es la razón de ser de un partido como el PP andaluz, cuyos diputados comparan su tierra con Etiopía y cuyo portavoz parlamentario suscribe la tesis de Monago y de los nacionalistas catalanes cuando echa la culpa a Andalucía de los males catalanes. ¿Era esa la defensa de los intereses andaluces que prometían hace un año en campaña?